Odio enviar cartas por correo.

Hay que escribir o imprimir (tal cual sea el caso), buscar un sobre, darle lengua (para cerrarlo, para cerrarlo), comprar un sello, buscar un buzón y depositarlo.

De describirlo ya me pongo de mal humor.

Ok, exagero. Pero no deja de ser una molestia y gasto de energí­a (gasolina, etc.) el asunto de tener que hacer todo lo que acabo de describir.