EVENTOS

Dí­a 2: ”Susto por las maletas, el Muro de Berlí­n y los ‘NDA”’

galletas[1]”Flight attendants, please prepare for landing”.

Palabras que adquieren extraordinaria belleza luego de uno haber estado más de 8 horas en el aire, y muy en especial cuando uno de los aviones estuvo lleno hasta donde dice “made in Japan” y que por poco coge fuego.

Me asomo a la ventanilla para ver las mil y una luces que forman el paisaje nocturno de la ciudad de Seattle. Bueno, en realidad el asomarme significó girar el cuello hacia la izquierda y estirarlo tratando de no molestar al vecino del asiento que le correspondí­a dicha ventana. “Primera vez en Seattle…que para bien sea”, pensé yo.

Una vez me baje del avión y estiré las piernas de tal manera que parecí­a que estaba haciendo gimnasia, consulté unas instrucciones que tení­a guardadas en mi Pocket PC relacionadas a mi transportación y demás pormenores durante mi estadí­a. Hmm… dice que alguien me debe estar esperando en el área de recogido de equipaje con un letrero que dice “Microsoft – Wilton Vargas”. Oh oh. “Recogido de equipaje”. Ya me estoy empezando a preocupar.

La razón para mi preocupación es que esta “AAerolí­nea” me “hizo el favor” de extraviarme las maletas en mi viaje a Las Vegas del año 2004 para cubrir el C.E.S. y eso me causó varios inconvenientes de los que ni me quiero acordar (pero que, afortunadamente, tu sí­ puedes leer sobre ellos). “Ni modo”, pensé. “Que sea lo que Dios quiera”.

Me bajo de las escaleras eléctricas y justo de frente me encuentro con el letrero de “Microsoft – Wilton Vargas”. “That’s me!” dije, mirando a los ojos al portador de dicho cartel. De repente, miles de luces empezaron a parpadear frente a mí­, dejándome ciego por unos momentos. Desorientado, extendí­ mi brazo tratando de tapar con la mano la fuente de tantos destellos, más fue en vano.

Al mismo tiempo, lo que comenzó como un murmullo se convirtió en aplausos y gritos. Micrófonos y grabadoras de repente aparecieron de la nada. Confundido, miré detrás de mi a ver si era que vení­a algún artista o polí­tico famoso para entonces salirme del medio y dejar que la adulación se manifestara en su totalidad, más sin embargo no vi a nadie. “¡No puede ser!”, pensé con “cara de teléfono ocupado”. “Esto no puede ser para mí­”. Tení­a razón. Todo era producto de mi imaginación. ¿Conclusión? El cansancio me está haciendo alucinar. ¡Necesito vacaciones!

Salgo de mi letargo fantasioso cuando siento que me están hablando en tono de voz alto al mismo tiempo que me toman por la manga de mi camisa. “¿Mr. Vargas? ¿Mr. Vargas?” Sacudí­ mi cabeza y me disculpé con Jean-Claude, la persona enviada por Microsoft para recogerme en el aeropuerto. Al contestar afirmativamente la pregunta de si tení­a equipaje nos dirigimos a la correa donde desfila el equipaje de los viajeros, esperando con fé de que no se repita una vez más el “incidente de Las Vegas”.

Empiezan a aparecer las maletas. Y siguen saliendo maletas. De repente, sólo quedaban dos en la correa; las demás ya habí­an conseguido reunirse con sus dueños. Miro a Jean-Claude y le comento sobre el “incidente Las Vegas”. ¿Su reacción? Un desencajado “oh no!”.

redmondtowncenter[1]Cinco minutos han pasado desde que salió la última maleta, hecho que hace que empiece a preocuparme seriamente. Es entonces cuando me doy cuenta que no estoy solo. “Aquí­ hay demasiada gente todaví­a esperando maletas, ¡es imposible que se hayan perdido tAAntas al mismo tiempo!”. Mi teorí­a resulto cierta cuando nuevamente empezó a llenarse la correa con más maletas y entre esas estaba la mí­a. ¡Qué alivio!

Luego de un corto trayecto que duró unos 15 minutos, llegamos al hotel, convenientemente localizado en un centro comercial. “¡Esto es un éxito!”, pensé, para luego preguntarme el porqué Plaza Las Américas (centro comercial en Puerto Rico) no hizo esto mismo cuando tuvo la oportunidad.

habitacion333[1]Me despido del amable Jean-Claude, el cual tuvo excelentes atenciones conmigo y consiguió mantenerme despierto todo el camino con sus observaciones sobre el recorrido que estábamos haciendo. Me dirijo al “lobby” del hotel para hacer “check-in”, resultado del cual en menos de 5 minutos ya estaba frente a la puerta de la habitación tipo “suite” que me habí­an reservado.

“¡Ah! Qué gente esta de Microsoft” digo mientras sonrí­o al ver el detalle que me habí­an dejado sobre la mesa en adición a una carpeta con todos los detalles de las actividades en las que habrí­a de participar. Algo me dice que este viaje hará que regrese a Puerto Rico más pesado que cuando me fui.welcomekit[1]

Ok. Amaneció en Redmond, Washington y contrario a como mucha gente puede pensar, la salida del sol no dice por ningún lado “copyright Microsoft Corporation”. De hecho, no recuerdo haber visto ni un sólo letrero de Microsoft en la ruta que tomamos del aeropuerto hasta el hotel, algo que me parece un tanto extraño. ¡¡¿¿Hello??!! No es extraño que lo único que se vea sean árboles y elementos de la naturaleza porque es obvio que aquí­ sí­ se respeta al ambiente.

Luego de la debida preparación personal me dirijo al lobby para encontrarme con la persona que la oficina de relaciones públicas en Puerto Rico de Microsoft envió para acá. Me presentó con los demás periodistas de Latinoamérica que allí­ se encontraban y hacia el “Conference Center” de Microsoft nos dirigimos.

tecneticolandia[1]En tan sólo 10 minutos ya estábamos haciendo entrada al “campus” de Microsoft. Aquí­ todo el mundo se refiere a este sitio como “campus” y no “oficinas” o “worldwide corporate headquarters”. “¿Cuál es el ‘show’?”, me pregunté. Para mí­ los nombres extravagantes son como los hamburgers. Por más que aderezos que le quites o le pongas, siempre seguirá siendo un hamburger. Lo que quiero decir es que no importa cuanto nombre le pongan, la esencia sigue estando ahí­, y eso pensé de este “corporate campus”. Jamás pensé que me iba a equivocar en esto.

Ya veo porqué le dicen “campus”. ¡Esto parece una universidad! Canchas de baloncesto, football, fuentes de agua, lagos, áreas verdes. Yo creo que la falta de áreas verdes en el recinto metropolitano de la Universidad Interamericana de Puerto Rico (donde estudié) posiblemente tenga algo que ver con la baja en productividad de los estudiantes. ¡Esto aquí­ es lindí­simo!

conferencecenter[1]Por fin la guagua o bus, como se le dice en otros paí­ses, se estacionó frente al EDIFICIO que alberga el centro de conferencias de Microsoft. Pensé que era algo un tanto grande y ostentoso hasta que me enteré que aquí­ trabajan 22,000 empleados. Ooops…con semejante dato, definitivamente retiro lo pensado.

Entramos al elegante pero agradablemente decorado recinto cuando fue inevitable toparse con un gigantesco pedazo de un muro de cemento adornado con graffiti. Todos los presentes nos quedamos atónitos con lo que tení­amos ante nuestros ojos: un pedazo COMPLETO del muro de murallaberlin[1]
Berlí­n, que una vez fue parte integral de desgraciadas guerras y de la terquedad e inhumanidad que a veces se apodera de nosotros y que, con su derribamiento, se convirtió en sí­mbolo de esperanza y prueba de la nobleza y grandeza del espí­ritu humano sobre la adversidad. Es entonces que se nos indica que esta pieza es parte del programa de arte que fue iniciado por empleados de Microsoft y que la empresa respalda con sendas piezas colocadas en casi todas las áreas del campus. En especí­fico, este pedazo de la muralla fue regalado en 1996 a Bill Gates (que, por si todaví­a no lo sabes, es uno de los fundadores y figura emblemática de Microsoft) por la compañí­a Daimler-Benz AG, hoy dí­a conocida como Daimler-Chrysler (sí­, los que fabrican los autos Mercedes).

Es momento de desayunar para entonces dar paso a las actividades del dí­a. Insisto: algo me dice que regresaré a Puerto Rico más pesado que cuando me fui.

Nos sentamos prestos para comenzar lo dispuesto en la agenda. Pero antes, me parece que este es el momento perfecto para decirte qué rayos hago yo aquí­. Bueno, pues resulta que Microsoft me seleccionó como el único reportero de Puerto Rico para asistir al “2005 Windows Server Infrastructure Technical Workshop”. Antes de que algunos de ustedes me pregunte “acompañado con qué me lo sirvieron”, les explicaré de lo que se trata.

La internet y gran cantidad de empresas dependen de computadoras cuyo único propósito es “servir” o proveer información que otras le requieran. Hoy dí­a no hay lugar en el que los “servidores” no sean indispensables para la infraestructura del mundo moderno. Microsoft produce versiones especiales del sistema Windows diseñadas para operar servidores en diferentes aplicaciones. Es en esta actividad que nos presentarán a periodistas de Latinoamérica y de todo el mundo lo que esta por venir del sistema Windows para servidores tanto ahora como en años venideros.

Luego de las bienvenidas, presentaciones y demás formalidades se nos recuerda que parte de la información que estaremos por recibir estará bajo un “NDA” (“non-disclosure agreement” o acuerdo de confidencialidad). En otras palabras, esto quiere decir que lo que escucharé y veré será como una pelí­cula de James Bond: “for my eyes (and ears) only”.

Durante el transcurso de las actividades, quedó totalmente claro lo importante que es el enfatizar que estamos bajo un “NDA”. ¿Por qué? Porque por lo menos unas 15 a 20 veces escuchamos recordatorios de que tal o cual cosa de la que nos iban a hablar estaba protegida por el “NDA”, acompañado por una gigantesca imagen en un proyector con dichas iniciales. Ok…¡mensaje recibido!

Entonces, ¿cuándo podré hablar de lo que se nos presentó? Pendiente a Tecnético…  Créeme…luego me lo agradecerás. ¿Por qué? Porque te conviene saber de esto ya que es inevitable que, dentro de muy poco, tu también tengas un servidor en tu casa.

Bueno, ya son las 5:15 de la tarde, hora de ir de “shopping” a la tienda corporativa y dar una visita al Museo de Microsoft para ahí­ mismo participar de una cena y degustación de vinos. ¡Mañana les cuento que tal me fue, lo que vi y lo que compré!

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