El 29 de julio Microsoft lanzó al mercado Windows 10 (no te preocupes, no hubo Windows 9, así­ que deja de sentirte desorientado).

Previo a dicha fecha, periódicamente contesté preguntas acerca de este. Estas preguntas acerca de todo, pero la que nunca dejó de estar presente es si se debí­a instalar tan pronto estuviése disponible o si convení­a esperar. Tan reciente como el mismo dí­a 29 contestamos una pregunta parecida.

La contestación a lo preguntado en Facebook fue consistente con lo que he estado diciendo: es mejor ser paciente y esperar.

LA PACIENCIA ES UNA VIRTUD

Pocas cosas en la vida son más frustrantes que un equipo que no funciona bien. Sea la computadora o un celular, el deseo de lanzarlo contra el piso se multiplica por diez cada segundo que pasa tratando de resolver el problema.

Cuando instalamos una nueva versión de un programa (y en este caso en especí­fico, un sistema operativo), aumentamos enormemente el riesgo de que algo no funcione correctamente. Inclusive, el paí­s donde te encuentres puede que cause que caracterí­sticas o features especí­ficos, que podrí­an de hecho ser los que más te interesan o llaman la atención, aún no estén disponibles o no funcionen adecuadamente.

Esto no es porque todo lo que se actualiza está mal hecho o tiende a causar problemas en todos los casos. Lo digo porque desde siempre y hasta que se me pruebe lo contrario, ese es el state of the art. En otras palabras, así­ son las cosas. Es lo normal ya que los súper/dúper/mega/increí­bles ingenieros de las compañí­as no pueden simular todos los posibles escenarios de uso que existen en el planeta, y por ende es imposible prever con exactitud lo que va a pasar una vez un usuario instale el software actualizado.

Por tanto, es necesario tener presente este hecho cuando se nos presenta con una actualización de software para un equipo cuyo uso es vital y no podemos darnos el lujo de que, en estos momentos, cause problemas.

Es en ese tipo de circunstancias donde debemos dejar a un lado la emoción y darle paso a la razón.

Para muchos, una computadora es su principal e imprescindible instrumento de trabajo, el enlace vital de comunicación con amistades y familiares, y mucho más. Usos en los que el experimentar con software nuevo serí­a riesgoso, no en el sentido de peligro de que algo se dañe, sino más bien en el sentido de que el nuevo software afecte funciones básicas del equipo o cause que software previamente instalado en la computadora resulte ser incompatible.

Ante una situación como esta, lo mejor es esperar a ver cual es la experiencia de otros usuarios que sí­ se pueden dar el lujo de lidiar con cualquier problema que surja, ya sea porque tienen más de una computadora o porque han elegido enfrentar cualquier situación que surja sin grandes consecuencias en su rutina o la forma como la usan.

Una vez haya pasado un tiempo razonable (yo recomiendo unos tres meses) y estar al tanto de lo reportado por medios como Tecnético al respecto, y lo más importante, verificar tanto con el manufacturero de la computadora como de los programas que son importantes para verificar si hay algún reporte que impida la instalación de Windows 10. Es entonces que, de todo estar en orden, y luego de haber hecho un “backup” o copia de resguardo, proceder a la instalación o actualización a Windows 10. Ah, y no hay prisa ya que Microsoft ha provisto de un perí­odo de un año para que puedas hacerlo sin costo adicional.

El haber sido paciente con esto te premiará con un sistema que funcione de forma correcta y sin contratiempos mayores. Después de todo, a eso es lo que aspiramos: que toda esta tecnologí­a funcione como una herramienta de verdadera utilidad y no como fuente de dolores de cabeza.